¿Que la prensa no sabe transmitir qué es la ciencia y su proceder? Nada nuevo, ya se ha visto con las críticas de Carlos Elías y Ben Goldacre en 2008, denunciando, entre otros y numerosos asuntos, las relaciones entre prensa y ciencia.
La economía, ciencia mal transmitida
Ya se ha visto cómo pilas de estudios se han malinterpretado en búsqueda de un titular impactante, más cercano a la mentalidad del común.
Se pierde de vista que necesariamente debe ser una correlación imperfecta entre dos variables (una correlación de Pearson perfecta, un r=1, en la práctica es un sueño casi imposible, siempre nos encontraremos con el ruido de fondo de la influencia de demás variables), y mientras tanto, esa sección de ciencia está colmada de periodistas que no tienen claro qué es lo que hay que tratar, con excepciones como Javier Sampedro en el País.
¿Habéis visto ese abundante y aburrido ejemplar de economía, distinguiéndose del resto con sus páginas en color salmón u otro color?
Puede parecerte que tratan a la ciencia lúgubre con respeto. Sin embargo, ¿qué contiene? En realidad, información asimétrica como la que demostrarían Stiglitz y Grossman en 1980, dándote una caricatura no tan matizada de la economía, mientras el economista tendrá unos poderosos conocimientos teóricos que no mostrará de primeras. Servidor confiesa no haber oído, verbi gratia, de la ley de Okun hasta que alguien la mencionó en algún sitio aleatorio.
Al menos, tal asimetría consta en público
Mencionaré a alguien al que leo ahora, Dani Rodrik. En su muy recomendable La paradoja de la globalización, se explaya sobre aquella transmisión de los conocimientos del economista al profano, hablando del contraste entre la pobreza de la sucinta respuesta que daría el economista al periodista si éste le preguntara por la idoneidad del libre comercio con tal país, mientras ese economista llena de matices su respuesta al explicarla a los alumnos.
Y hasta nos invita a una tutoría si queremos profundizar en esos menesteres, donde dice:
“Bien, no es necesario que lea la letra pequeña; si ha deducido que la respuesta en el aula es muy diferente de la telefónica, está totalmente en lo cierto. Una afirmación directa, sin matices, sobre los incuestionables beneficios del comercio se ha transformado ahora en una exposición adornada con todas las dudas posibles.
Parece, de algún modo, que los conocimientos que el profesor imparte encantado y con gran orgullo a sus alumnos se consideran demasiado peligrosos para el público en general y es que las matizaciones del aula se dejan de lado para no confundir al público.”
La creación de un modelo macroeconómico con límites técnicos
Por ejemplo, no se aprecia la creación de un modelo macroeconómico con sus límites técnicos, una de estas proezas intelectuales que hacen encantadora la ciencia social, si me permitís el juicio de valor, por el esfuerzo invertido en conseguir explicar mejor alguno de esos efectos tras el roce de aquellos agentes económicos.
En ese clima de incomunicación e incomprensión, incluso hay quien podría excretar que la economía no es una ciencia o se pondría a canturrear analogías extrañas en nombre del Sesgo Ideológico, perdiéndose interesantes artículos de divulgación como el que suscribió José Luis Ferreira.
Incluso tiene variantes chungas, como la transmisión de una imagen monolítica de la economía, argumento para mentes perezosas, una imagen que ignora la ebullición académica de la ciencia económica, que se recoge con mucho acierto en el conocimiento y la riqueza de las naciones, con gentes como Nordhaus discrepando de la medición del PIB per cápita expresando una historia de la iluminación.
Parece que tampoco se nos ha informado debidamente de los mecanismos de las ciencias sociales, que son capaces de encontrar regularidades en nuestra especie empleando un método científico distinto al de otras ciencias.